La cuarta revolución industrial
Por primera vez, en la corta historia de las comunicaciones inalámbricas, los smartphones (o antes los teléfonos celulares) no son el centro de interés del desarrollo. El nuevo estándar también está optimizado para el Internet de las cosas, es decir, para los miles de millones de dispositivos conectados que tenemos en nuestras casas, en las calles o en las fábricas. Pero, probablemente, la 5G tendrá el mayor impacto en la industria, y no solo porque permite a las máquinas y líneas de producción enteras, conectadas por vía inalámbrica, comunicarse casi en tiempo real. La inteligencia artificial (IA) hace posible corregir de manera autónoma y veloz hasta las menores desviaciones e irregularidades en las fases iniciales de la producción, gracias al uso de los petabytes de datos que se almacenan y analizan en la nube.
El mayor uso de la realidad virtual también significará un aumento de la eficiencia. Permite modelar productos y procesos de manera virtual y, por lo tanto, muy económica, aunque no existan todavía. De este modo, los ingenieros pueden comprobar exhaustivamente los prototipos incluso antes de construirlos. Los empleados ya no necesitarán abrirse paso entre inacabables manuales para familiarizarse con los nuevos procesos. Y los clientes que se encuentren al otro lado del mundo podrán reparar sus máquinas ellos mismos, gracias a la asistencia remota.
En el entorno altamente competitivo de la industria manufacturera, la producción inteligente es un verdadero as bajo la manga, ya que, gracias a ella, incluso los países que ofrecen salarios altos podrían volver a ser lugares atractivos de producción. La normativa alemana permite operar pequeñas redes 5G locales de gestión privada, conocidas como redes de campus. En otros países, está previsto que las grandes empresas de comunicaciones celulares monten y gestionen ese tipo de subredes locales para prestar servicio a la industria. Cuando se usa ese tipo de redes en la automatización de fábricas, siempre es necesario comprobar la calidad de red para garantizar un rendimiento suficiente.